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Carrito

Un tesoro en el cielo

Todos los voluntarios tienen sed de algo más grande que vivir en la costumbre, que ser un joven-sofá como diría el Papa Francisco y en esa búsqueda se encuentran con la propuesta del Amigo fiel que nos ve con amor y en especial los voluntarioS de inmersión han respondido generosamente al Amor y no se han marchado tristes sino con el corazón inflamado de alegría. 

Y eso le ocurrió a Luis Felipe Juárez, el primer voluntario de Encuentro con México (EM) en vivir un año en la comunidad de Itia Thio en el municipio de Cochoapa el Grande en Guerrero, el cual se ubica en los primeros lugares de pobreza extrema en nuestro país. 

En entrevista Luis Juárez compartió con nosotros algunos aspectos relacionados con su experiencia.

¿Qué le motivó?

El voluntario señaló que desde la primera vez que visitó Cochoapa en 2014 el Padre Álvaro Lozano, responsable de EM le preguntó si aceptaría vivir ahí un año y aunque respondió que sí, no tenía un idea completa de sus implicaciones además algunas circunstancias impidieron que se realizaran brigadas en las comunidades durante un año completo.

Indicó que 4 años antes de su experiencia de inmersión, ya visitaba Itia Thio con las brigadas de EM apoyando a los vecinos de la comunidad en aquello con lo que se comprometía, lo que le ayudó a que prácticamente toda la comunidad le tuviera una gran confianza. 

Luis Juárez considera que “la vida aquí en la ciudad es una vida cerrada a un camino que no es completamente feliz…. no entendemos el concepto de compartir y darse a los demás y es algo que yo anhelaba aprender”. Lo anterior también para poner ayudar en la sociedad en la que “Dios me puso por algo”.   

Por otro lado agradeció el apoyo del P. Álvaro de quien dijo “fue mi guia y fue mi apoyo” para conjuntar las circunstancias necesarias para el viaje.


Retos 

Cuestionamos a Juárez sobre los retos que tuvo que afrontar durante su vivencia en la comunidad y de entrada dijo “todos los retos que a lo mejor piensas que vas tener en la vida”

De a poco comenzó a explicar que “salirte de tu casa alejarte de tus papás es un reto difícil”. Cabe mencionar que esta experiencia incluía no tener comunicación con ellos confiando en Dios en que todo salga bien. No omitió mencionar que fue un reto dormir al principio en un sitio no del todo digno.

“El reto fue asumir el compromiso y decir aunque sea esto con mis posibilidades”, es decir hacer lo que es realmente posible hacer en y a favor de la comunidad. 

Agregó que “fue un reto entender que lo que Dios tiene planeado es diferente a lo que nosotros planeemos… Ese es otro reto escuchar a Dios y entenderlo en lo que te pide”.

Comentó que es cierto que la forma de pensar y concebir la vida entre las personas de la comunidad y los voluntarios es muy diferente pero descubrió que todos los hombres tienen algo en común y es que tienen amor. A pesar de todo tienen amor y eso fue lo que le abrió muchas puertas.

Además mencionó que el demonio se mete en muchas cosas y que a veces los otros hacen cosas que duelen mucho pero hay que dárselas a Dios y seguir adelante. 

Dificultades en la comunidad 

Sobre este tema indicó que las dificultades son la regla en Cochoapa. sin embargo se interesó mucho en la unidad de una familia cuya situación no comprendía pero que fue gracias a la oración que lo pudo sortear. 

Y externó además que una gran dificultad es el alcoholismo, circunstancia en la que a pesar de su labor no logró bastante. 

Cambios

“Lo principal que puedo decir es que les cambió a lo mejor el anhelo de luchar por ellos, de luchar por sus cositas, con un conocimiento de que lo pueden lograr” dijo el voluntario de inmersión sobre los cambios positivos que pudo observar en la comunidad detonados por el trabajo de EM.

Con realismo indicó que a la comunidad le va a llevar años lograr un amplio desarrollo pero “ya se sembró la semilla” de que deben luchar por ello y de que cuesta trabajo tanto en el aspecto material como en el espiritual.

Por otro lado indicó que en cualquier lugar de Cochoapa el Grande existe división no obstante consideró que al término de su trabajo (que será continuado por otros voluntarios) había un poco menos de ese rechazo en la comunidad y tiene la esperanza de que esta actitud de aceptación siga creciendo.

¿Vale la pena?

Luis Juárez recordó el aprecio con el que lo distinguió la comunidad y deseó subrayar  que era un sentimiento mutuo, que los miembros de la comunidad son personas con las que sinceramente quería estar. 

Rememoró emocionado su despedida en la que los habitantes lloraron su partida y él mismo no pudo articular palabra al término de la Misa. Juárez fue el primer voluntario de inmersión en regresar de la comunidad a su lugar de origen.

“Cuesta mucho trabajo pero sin duda que vale toda la pena”, mencionó enfático.

“Siempre vale la pena dejar cualquier cosa por ir a aprender y a recibir tanto de ese lugar maravilloso al que vamos a sufrir demasiado pero va a valer la pena“, concluyó.