Encuentro con México (EM) cuenta con dos tipos de voluntariado, uno denominado estratégico que se aplica por periodos cortos tres veces al año en las comunidades donde se interviene, y otro llamado de inmersión en el cual el voluntario vive en una comunidad determinada de 8 a 12 meses gestionando diversos proyectos en convivencia constante con las personas originarias de la comunidad.
Karina Hernández Bravo, Kari, voluntaria de inmersión nos compartió su experiencia personal al convivir día a día con las personas que integran la comunidad de Itia Thio en el Municipio de Cochoapa el Grande en Guerrero.
El camino a Cochoapa
El proceso de Kari hasta convertirse en voluntaria de inmersión fue una serie de pasos en el que cada uno colaboraba con el siguiente.
“Yo no estaba sin hacer nada”, afirmó Kari sobre su tiempo en el que aún vivía en su tierra natal, ya que trabajaba en un centro de promoción humana.
Añadió además que siempre ha tenido la intención de servir pero al mismo tiempo surgió en su mente el pensamiento de salir de su lugar de origen y recibió invitaciones de ir a diferentes lugares, incluso al extranjero.
Durante su colaboración en Oaxaca por el temblor de septiembre de 2017, el P. Álvaro Lozano, director de EM le preguntó si había ido a Cochoapa en Guerrero pero aún no tenía esa experiencia. Tiempo después conoce las comunidades que se visitan en ese municipio guerrerense, observó sus necesidades y todo lo que se podía hacer en ese lugar.
El contexto de la vida de campo no le es ajena a Karina y por ser odontóloga detectó inmediatamente las necesidades de salud integral de la gente.
Dignidad humana, dignidad de todos
Más allá de las necesidades materiales, Hernández Bravo intuyó que la falta de interés de los habitantes de las comunidades por su salud se debe a la falsa idea de sentirse indignos.
“Estas personas deben saber que son dignos, y que alguien los ama y que alguien los quiere”, señaló Karina Hernández.
Piensa que esta situación se debe a que por una parte no conocen el amor, y por otra que no se sienten merecedores del amor que pueden tener, lo que explica ciertas actitudes negativas que ocasiones presentan.
Por lo anterior ha querido dejar en claro que los voluntarios acuden a las comunidades porque quieren a su gente, simple y llanamente; en cuanto a las actividades solidarias mencionó que se aspira a poder acompañarlos en libertad.
Un día en la vida de Kari
Se levanta entre las 5:30 y las 6:00 horas hace el rezo de Laudes y después se reúne brevemente con su compañera Liliana Huerta y comienza su jornada alrededor de las 8 am.
Las voluntarias comen a las 2 de la tarde en la casa de alguno de los fiscales, por la tarde continúa actividades. El sábado ambas van a abastecerse a una ciudad cercana, el domingo apoyan en la celebración de la Palabra o acompañan en el rezo del Rosario y buscan descansar.
Las actividades de Karina Hernández son variadas, desde la construcción, visitar a alguna familia o acompañar a algún miembro de la comunidad además de impartir algunos talleres de salud en la escuela.
De su experiencia ha sido importante observar mucho, ganarse la confianza de las personas y se ha dado cuenta de que la atención debe ser personal. Kari se ha empeñado también en cooperar en la unidad de la comunidad.
Los retos
“La lengua y el ser aceptadas como mujeres” han sido los retos más grandes en este periodo afirmó Karina Hernandez, en virtud de que el voluntariado de inmersión actualmente lo ejercen dos chicas. Señaló que esta situación ha sido difícil para los miembros de la comunidad.
Desde octubre de 2018 se quedó a cargo y en un principio los habitantes no tomaban mucho en cuenta su opinión y los varones no la integraban en sus actividades cotidianas pero poco a poco eso se fue revirtiendo.
“Ganarme su confianza y que me creyeran fue un reto muy grande” señaló Kari.
Agregó además que las decisiones las toman las hombres en tanto que las mujeres opinan de lejos, sólo cuando hacen un reclamo todas juntas alzan la voz así que a muchos no les gusta que una dama dé indicaciones.
Valor y aprendizaje
Su vivencia en la comunidad la describe como aprendizaje y encuentro personal, que la ha llevado a “valorar más a la persona”.
Ha notado que algunos miembro de la comunidad no están mejor por decisión propia a diferencia de otros, así que valorar a las personas y atender a quienes quieren salir adelante así como a las generaciones más jóvenes además de probarse su propio valor es lo que mantiene a Kari con esperanza en aquella agreste región.
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